Ecuador, “un pueblo sin piernas pero que camina”. Una
sonrisa ambulante de yuca a 25 centavos de dólar. Una foto eterna en cada
rostro, cada esquina, cada auto, cada vehículo adaptado a cualquier necesidad.
Unas carreteras difíciles para una vida sin complicarla demasiado. Un plato
de arroz pesado en libras. Un Océano nervioso y un calor que lo apacigua. La
mitad del mundo y el agua del inodoro girando hacía el otro lado. Un anfitrión de
cinco siglos que todavía no castigó al visitante, pero que empieza a despertar
de esa anestesia. Unos pueblos que no entienden de cartografía y no salen en mis mapas.
Guayaquil
Playa de Puerto Lopez, provincia de Manabí
Afueras de Guayaquil
No sé si habrá muchas más fotos. La cámara me la pisó un camión
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